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Profesor Gustavo Balcázar

Los Lobos, la voz de los chicanos que no se calla (Reportaje)

Hace casi 40 años, cuatro estudiantes de origen mexicano en el Este de Los Ángeles comenzó una banda "por pura progresión natural": eran amigos y músicos y sintieron la necesidad de tocar juntos.

Lo que crearon fue Los Lobos, grupo pionero del rock latino en Estados Unidos con algunos hitos –y muchos premios- en su haber: su disco "How Will The Wolf Survive?" (1984) fue elegido entre los 500 álbumes fundamentales de la historia por la publicación Rolling Stone. Y "La Bamba", que ellos se encargaron de convertir en hit mundial, es la única canción cantada en español en el top 500 de esa revista.

Fueron, en gran medida, la banda que salió de los barrios hispanos angelinos pero nunca se olvidó de regresar. Hoy siguen en la ruta y tienen un musical, el recientemente estrenado "Evangeline, the Queen of Make-Believe", que se inspira en sus canciones.

De la historia y el presente BBC Mundo conversó con Louie Pérez, baterista, guitarrista y compositor -junto a David Hidalgo- de las canciones de una banda legendaria.

¿Cuán importante fue en los comienzos la influencia mexicana de sus familias?

La música mexicana siempre estaba de fondo en nuestras casas. Nunca le habíamos prestado atención porque era la música de nuestros padres y nosotros escuchábamos Hendrix y Cream y rock. Un día decidimos tocar Las Mañanitas para una de nuestras madres, sacamos algunos discos de la colección de la casa y nos pusimos a practicar. Y nos dimos cuenta de que no era tan sencilla como parecía… Nos empezó a intrigar la música regional y folklórica de México, todo un desafío para nosotros, crecidos en Estados Unidos.

¿Cómo era ser chicano en esa época?

Como la mayoría de los jóvenes mexicano-estadounidenses, estábamos tratando de asimilarnos y homogeneizarnos. La cultura mexicana nos rodeaba, pero nosotros queríamos ser estadounidenses. No fue sino hasta los años '60 que hubo un renacimiento de nuestra cultura. Música, política, todo ayudó a galvanizar esta idea de que necesitábamos abrazar el lugar de donde veníamos.

¿Se sentían responsables de ser parte de ese movimiento?

El de chicanos fue un nombre nuevo para nuestra generación, que abrazó esa herencia y se abrió las puertas para hacer nuevos descubrimientos. Fue la época en que comenzó el movimiento estudiantil Mecha, todo era política… tiempos muy intensos.

Ustedes hicieron algo que aquí todavía no se había hecho, que era mezclar esos dos orígenes y hacer música bilingüe…

Sí, lo que creo que aportamos al movimiento fue la complejidad de la instrumentación: vigüelas, jaranas… eso para un músico era como para un niño estar en una tienda de caramelos. Teníamos camisas de franela y jeans, parecíamos hippies tocando rock-and-roll pero tocábamos música mexicana, algo muy inusual.

Era toda una declaración de principios, cuando muchos de nuestros amigos sólo escuchaban radios con música estadounidense. Tocamos música folklórica por 10 años, completamente inmersos en eso que para nosotros, paradójicamente, era una novedad.

¿Cómo iniciaron el camino de regreso al rock?Fue en los ’80, que ya teníamos familias e hijos y nos vimos en restaurantes tocando canciones como "Cuando calienta el sol"… No queríamos eso, queríamos hacer música de verdad. Y la manera en que lo hicimos fue a través de la música norteña, el tex-mex.

Después nos nutrimos del movimiento punk en Los Ángeles, conocimos a The Blasters, que eran muy populares en la época, y nos pidieron que tocáramos con ellos en (el club) Whisky A Go-go: desde allí todo empezó a rodar. En 1983 sacamos nuestro primer EP y "Anselma", una canción norteña, ganó un Grammy. ¿Una banda del Este de Los Ángeles con un Grammy? ¿Esto está pasando? Me llevé el Grammy y lo puse encima de la TV de la sala, junto a la foto de graduación de mi hermana.

Y luego llegó el furor de "How Will the Wolf Survive"…

Sí, nuestro primer disco de larga duración tuvo muy buena recepción, lideró todos los ránkings y empatamos con Bruce Springsteen como mejor banda del año, según la revista Rolling Stone. Todo eso nos estaba pasando a nosotros, unos jóvenes que nunca habíamos salido de East LA y de repente estábamos en una camioneta Dodge viajando por todo Estados Unidos y descubriendo el mundo.

¿Qué significó La Bamba en esta historia?

Bueno, la hicimos por el legado de Ritchie Valens, un pionero de la música chicana de fines de los ‘50, para exponerlo a audiencias más amplias. Fue en 1986, cuando se nos acercaron los Valenzuela, la familia de Ritchie, y nos ofrecieron hacer su música para un filme biográfico, incluida esta adaptación suya de una canción popular mexicana.

La banda de sonido salió cuando nosotros estábamos de gira y la gente empezó a felicitarnos, 'están en el número 1, felicidades'. No lo podíamos creer… Si lo piensas como una declaración de principios políticos y culturales, aquí hay una canción tradicional mexicana, cantada por cuatro Chicanos del Este de LA, al tope de la lista Billboard y con el mundo entero cantando al ritmo del son jarocho.

¿Eran conscientes por entonces de esta dimensión política?

Creo que sí… Creo que nos dimos cuenta cuando nos ofrecieron el contrato para el primer disco de larga duración: podíamos ser una banda rockera de moda o ser una banda responsable por sus tradiciones. Quisimos hablar de nuestras propias experiencias y lo empezamos con "A Matter of Time" (1985), una canción que escribimos sobre una mujer que cruza la frontera hacia Estados Unidos…

A usted e Hidalgo los llaman el dúo Lennon-Mc Cartney del rock latino…

Sí, pero me da vergüenza (se ríe). Nosotros somos una banda que todavía está en la ruta, no pensamos mucho en el Salón de la Fama. Todo eso de creerse una estrella de rock… nosotros nunca nos tomamos muy en serio a nosotros mismos.

¿Cómo se siente tener ahora una obra de teatro basada en sus canciones?

Yo siempre pienso en personas reales cuando escribo, me imagino seres que respiran y casi que puedo ver sus caras. Así que fue interesante convertir ese personaje de una canción de tres minutos (“Evangeline”) en un relato entero.

Estaba buscando otras cosas para hacer además de girar con la banda y surgió la posibilidad de hacer esta obra de teatro, en la que trabajamos tres años. A medida que envejezco, me importa más el pasado y "Evangeline, the Queen…" me ha permitido hacer retrospectiva.

¿Y cómo ve hoy al Este de Los Ángeles?

Siempre va a ser mi hogar, dondequiera que viva. Me doy cuenta que tengo una historia que contar, como miembro de esta banda y como mexicano que creció en Estados Unidos. Eso me ha llevado a involucrarme más en la comunidad, reconectar con gente que no he visto en años, tratar de inspirar a los niños. Ha sido un viaje formidable, un viaje de vuelta a casa.

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