La reconstrucción de Lego (Reportaje)
La reconstrucción de Lego
El CEO Jorgen Vig Knudstorp despidió a más de dos mil personas, cerró fábricas y vendió los cuatro parques temáticos para salvar a la clásica empresa de juguetes de irse a la quiebra. Luego de una mala racha, Lego por fin se recupera. El año pasado, la compañía danesa de juguetes obtuvo US$ 87 millones de ganancias netas, luego de haber marcado sólo números rojos en los últimos cuatro años: entre 2001 y 2004 perdió US$ 287 millones.
Una buena noticia para las 400 millones de personas que, según estimaciones de la empresa, jugaron con estos ladrillos de plástico el año pasado. Entre ellos, algunos fanáticos, como el norteamericano Heath Carr, quien en su casa de California tiene un enorme mural del Rey León y se encuentra desarrollando su proyecto más ambicioso: un paisaje de la ciudad de Nueva York que armará únicamente con Legos, un emprendimiento que podría tomarle una década.
Carr, de 37 años, al igual que uno de los fundadores de Google, Larry Page, de 32, quien usaba Legos para diseñar proyectos en la universidad, claramente pertenecen a una generación que no creció con los videojuegos ni los MP3, que ahora dominan el mundo del entretenimiento.
Este boom virtual llevó a que Lego -que incluso fue nombrado el "juguete del siglo" por la revista Fortune y la Asociación Británica de Vendedores de Juguetes- casi fuera a la quiebra.
La industria de los videojuegos, en cambio, facturó US$ 25 mil millones el año pasado y se estima que llegará a US$ 55 mil millones en 2009, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid.
Para hacerle frente a la crisis, Lego despidió a 1.153 trabajadores y cerró las fábricas en Corea y Suiza, para trasladarlas a República Checa y Hungría, que presentan menores costos de producción.
El año pasado vendieron sus cuatro parques temáticos ("Legolands") en Dinamarca, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos en US$ 500 millones a Merlin Entertainments Group, que ahora controla el 70% de éstos.
El último fuerte recorte lo realizaron en junio pasado cuando despidieron a 1.200 trabajadores de Dinamarca y Estados Unidos. Esto fue calificado por el CEO de Lego, Jorgen Vig Knudstorp, como "el último paso de envergadura en la reestructuración que iniciamos en 2004".
Aunque drásticos, estos cambios les han permitido salir a flote y el año pasado la compañía alcanzó ventas de US.200 millones. Reconociendo esta recuperación, Knudstorp afirma: "El mejoramiento es positivo, pero seguiremos enfatizando en el aumento de la rentabilidad por sobre el crecimiento. Esto implica enfocarnos en los productos clásicos y externalizar gran parte de nuestra producción en los próximos tres años".
La semana pasada, Lego anunció el cumplimiento de la primera parte de un plan de seis años para recuperar la rentabilidad del grupo, a través de una reestructuración financiera.
De esta manera, se lleva a cabo la estrategia de reconstrucción impuesta por Knudstorp, que consiste en "convertirse en una compañía más pequeña, adaptada al nuevo mercado, más rápida y capaz de competir", como él mismo la define.
Este ex consultor de McKinsey, fue escogido por Kjeld Kirk Kristiansen, nieto del fundador (el apellido escrito con K y no Ch por un error en su registro de nacimiento), para evitar que la compañía se derrumbara. Con este objetivo ingresó al grupo en 2001 y tres años después asumió como el primer CEO ajeno a la familia del carpintero danés Ole Kirk Christiansen.
Éste formó en 1932 una empresa constructora de casas y muebles, la que derivó en una fábrica de juguetes de madera cuando comenzó a usar miniaturas para planificar los diseños de sus productos. Su consagración vino tras introducir el plástico y antes de terminada la década de los ’40 creó su obra maestra: el primer ladrillo Lego.
Knudstorp, un danés de quien se dice combina la modestia escandinava con la franqueza de los norteamericanos, impuso la sencilla filosofía de "ganar dinero", barriendo con la actitud que primaba entre los empleados: "Estamos haciendo algo maravilloso por los niños, no nos molesten con metas financieras".
Tal fue el esfuerzo de inculcar el lema en la empresa por parte de los fundadores, que todos los trabajadores debían recitar "leg godt" -que se traduce como "juega bien" y de donde, combinadas las dos primeras letras de cada palabra, se generó el nombre Lego- por si algún alto ejecutivo les preguntaba de improviso cuál era el lema de la compañía.
Pero ahora lo que no pueden perder de vista es a sus competidores. En la empresa reconocen que "en los años ’90 nos dimos cuenta de que estábamos en crisis y que no nos estábamos adaptando a un mercado de juguetes cambiante". Para contrarrestar, se asociaron en 1998 con Lucasfilms para comercializar muñecos, cajas y videojuegos de "La Guerra de las Galaxias" y en 2001 lograron un acuerdo similar con "Harry Potter".
Carla Selman Calavaro, El Mercurio
Una buena noticia para las 400 millones de personas que, según estimaciones de la empresa, jugaron con estos ladrillos de plástico el año pasado. Entre ellos, algunos fanáticos, como el norteamericano Heath Carr, quien en su casa de California tiene un enorme mural del Rey León y se encuentra desarrollando su proyecto más ambicioso: un paisaje de la ciudad de Nueva York que armará únicamente con Legos, un emprendimiento que podría tomarle una década.
Carr, de 37 años, al igual que uno de los fundadores de Google, Larry Page, de 32, quien usaba Legos para diseñar proyectos en la universidad, claramente pertenecen a una generación que no creció con los videojuegos ni los MP3, que ahora dominan el mundo del entretenimiento.
Este boom virtual llevó a que Lego -que incluso fue nombrado el "juguete del siglo" por la revista Fortune y la Asociación Británica de Vendedores de Juguetes- casi fuera a la quiebra.
La industria de los videojuegos, en cambio, facturó US$ 25 mil millones el año pasado y se estima que llegará a US$ 55 mil millones en 2009, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid.
Para hacerle frente a la crisis, Lego despidió a 1.153 trabajadores y cerró las fábricas en Corea y Suiza, para trasladarlas a República Checa y Hungría, que presentan menores costos de producción.
El año pasado vendieron sus cuatro parques temáticos ("Legolands") en Dinamarca, Alemania, Reino Unido y Estados Unidos en US$ 500 millones a Merlin Entertainments Group, que ahora controla el 70% de éstos.
El último fuerte recorte lo realizaron en junio pasado cuando despidieron a 1.200 trabajadores de Dinamarca y Estados Unidos. Esto fue calificado por el CEO de Lego, Jorgen Vig Knudstorp, como "el último paso de envergadura en la reestructuración que iniciamos en 2004".
Aunque drásticos, estos cambios les han permitido salir a flote y el año pasado la compañía alcanzó ventas de US.200 millones. Reconociendo esta recuperación, Knudstorp afirma: "El mejoramiento es positivo, pero seguiremos enfatizando en el aumento de la rentabilidad por sobre el crecimiento. Esto implica enfocarnos en los productos clásicos y externalizar gran parte de nuestra producción en los próximos tres años".
La semana pasada, Lego anunció el cumplimiento de la primera parte de un plan de seis años para recuperar la rentabilidad del grupo, a través de una reestructuración financiera.
De esta manera, se lleva a cabo la estrategia de reconstrucción impuesta por Knudstorp, que consiste en "convertirse en una compañía más pequeña, adaptada al nuevo mercado, más rápida y capaz de competir", como él mismo la define.
Este ex consultor de McKinsey, fue escogido por Kjeld Kirk Kristiansen, nieto del fundador (el apellido escrito con K y no Ch por un error en su registro de nacimiento), para evitar que la compañía se derrumbara. Con este objetivo ingresó al grupo en 2001 y tres años después asumió como el primer CEO ajeno a la familia del carpintero danés Ole Kirk Christiansen.
Éste formó en 1932 una empresa constructora de casas y muebles, la que derivó en una fábrica de juguetes de madera cuando comenzó a usar miniaturas para planificar los diseños de sus productos. Su consagración vino tras introducir el plástico y antes de terminada la década de los ’40 creó su obra maestra: el primer ladrillo Lego.
Knudstorp, un danés de quien se dice combina la modestia escandinava con la franqueza de los norteamericanos, impuso la sencilla filosofía de "ganar dinero", barriendo con la actitud que primaba entre los empleados: "Estamos haciendo algo maravilloso por los niños, no nos molesten con metas financieras".
Tal fue el esfuerzo de inculcar el lema en la empresa por parte de los fundadores, que todos los trabajadores debían recitar "leg godt" -que se traduce como "juega bien" y de donde, combinadas las dos primeras letras de cada palabra, se generó el nombre Lego- por si algún alto ejecutivo les preguntaba de improviso cuál era el lema de la compañía.
Pero ahora lo que no pueden perder de vista es a sus competidores. En la empresa reconocen que "en los años ’90 nos dimos cuenta de que estábamos en crisis y que no nos estábamos adaptando a un mercado de juguetes cambiante". Para contrarrestar, se asociaron en 1998 con Lucasfilms para comercializar muñecos, cajas y videojuegos de "La Guerra de las Galaxias" y en 2001 lograron un acuerdo similar con "Harry Potter".
Carla Selman Calavaro, El Mercurio
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